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¿Qué sucede con los residuos petroleros en Vaca Muerta?

La industria genera miles de toneladas de desechos sólidos los cuales deberían tratarse en plantas a tal efecto y hoy no ocurre en su totalidad. Millones de litros de agua cada día se descartan sin tratamiento y son principalmente inyectados en pozos en desuso. ¿Cuidamos el Medio ambierte?

Vaca Muerta no se detiene. Mes a mes, se conocen nuevos récords de producción y se prevé que su desarrollo, más allá del contexto actual, continuará profundizándose en los años venideros. Nos preguntamos que sucederá si no se incrementa el procesamiento adecuado de los desechos que se generan cada día.

La actividad no convencional genera una serie de residuos y de su correcto tratamiento, dependerá la sustentabilidad ambiental de Vaca Muerta. Pedro Brissio, socio gerente del Grupo Confluencia, dialogó con Vaca Muerta News y brindó detalles sobre qué se está haciendo para procesar los residuos y en qué se podría mejorar.

“En la actualidad, la industria está demandando cada vez más servicios y genera cada vez más residuos. Esto es un desafío para la actual gestión de gobierno y la que comienza en el ejecutivo”, señaló el gerente del Grupo Confluencia.

¿Cómo se procesan los residuos en Vaca Muerta?

Brissio explicó que en la industria hidrocarburífera hay dos grandes corrientes de residuos que deben ser tratadas. Por un lado, se incluyen los recortes de perforación de agua y los de base oil o base aceite. “Los recortes de perforación se llaman detritos y en algunos casos, salen asociados a agua de producción, que son los recortes base agua”.

“Otros residuos son más complejos, que son los recortes base oil o base aceite, que surgen de una perforación cuando se formula el lodo con aceite o cuando la perforación atraviesa una formación productiva y arrastra, con los detritos o los recortes, hidrocarburos”, explicó Brissio y agregó que en cada perforación se generan entre 600 y 800 m3. “Lo cual implica 1.200 a 1.700 toneladas de recortes de perforación. Esta diferencia se da por la densidad de esos recortes de perforación, que son semi sólidos y vienen saturados con líquidos que pueden ser agua, gasoil o petróleo de la formación y que tienen que ser tratados de acuerdo a la normativa vigente”, agregó.

“Según la normativa, ese recorte de perforación, que dijimos que es un semi sólido con hidrocarburos, llegue a un contenido final que tenga menos del 1% de hidrocarburos o 10.000 partes por millón, con lo cual, si lo vemos en términos de tecnologías de tratamiento, las opciones que tenemos son o en planta de tratamiento o algún tratamiento in situ”, detalló.

“Hoy, las opciones que existen disponibles en el mercado, son plantas de tratamiento en Añelo. Son cuatro o cinco actores que se enfocan en el tratamiento en planta y en los rellenos de seguridad, que es una solución que surgió en los últimos 6 años, como alternativa para cubrir una demanda creciente que se viene dando”, dijo Brissio.

En referencia a los tratamientos en los rellenos de seguridad, Brissio dijo que se hacen dos tipos de remediaciones. “Por un lado, tratamientos físico químicos y térmicos, con hornos pirolíticos, que llegan a una determinada temperatura, que degradan el hidrocarburo del suelo y lo oxidan, permitiendo obtener un suelo, con consideraciones por debajo del 1% de hidrocarburos. “También, se han incorporado nuevas tecnologías, con el TCC, que es un mecanismo de tratamiento por fricción y que, a través de él, se llega a temperaturas más elevadas. Permiten como beneficio recuperar el hidrocarburo líquido, ya que, por esa fricción, se generan vapores condensados de hidrocarburos, que se recuperan con un sistema de recuperación particular de gases, que permite obtener una corriente de gasoil o hidrocarburo que se puede recircular y retomar al sistema”, detalló.

“Luego hay tratamientos biológicos que requieren un pre tratamiento. Hoy, los principales problemas que tenemos con esta corriente de residuos, es la mala separación en origen o una separación poco efectiva. Es decir que si desde el yacimiento, con el equipo de perforación, se deshidratara como corresponde, tendríamos dos fracciones, una sólida y otra líquida. La sólida, sería el detrito deshidratado, idealmente con entre el 15 y 20% y una fracción líquida, una corriente oleosa, que sería agua con hidrocarburos y se debería tratar. En esos términos, si logramos esa separación en origen, la fracción sólida, se podría tratar como una opción al tratamiento físico químico, con tratamientos biológicos que, básicamente, requieren una concentración de nutrientes de base y una colonia de bacterias hidrocarburolíquidas, que básicamente degradan el hidrocarburo”, explicó Brissio.

“En la cuenca hay ensayos pilotos, pero no hay experiencias de desarrollos a escala, sí estos trabajos pilotos con más o menos éxito. Pensemos que esto no es un suelo natural que tiene una microflora, sino detritos que salen de miles de metros de profundidad y son inertes, solo tienen gasoil. Para poder lograr un trabajo microbiológico, hay que generar las condiciones necesarias y es un potencial a desarrollar, aunque hoy no se están logrando éxitos a escala en esta técnica”.

Consultado sobre qué sucederá con los residuos, en la perspectiva futura de Vaca Muerta que prevé duplicar su producción, Brissio dijo que “para ello se han sumado los rellenos de seguridad, como una solución complementaria a las plantas. Es decir que, lo que es procesado en las plantas, con determinadas condiciones, termina en un relleno de seguridad”.

“Conceptualmente, el relleno es un sitio donde se disponen residuos, de complejidad moderada a alta, que no se pueden tratar por otras tecnologías. Entonces se entierran, se tapan en condiciones seguras que permitan una cierta inocuidad para el ambiente, por un término de 80 a 100 años. Claramente, esta corriente de residuos de hidrocarburos, con inversión, desarrollo tecnológico y procesos de investigación, tienen una solución para un tratamiento, sin llegar a un relleno de seguridad. Hoy, por la capacidad de las plantas, parte de esta corriente se está llevando a rellenos de seguridad, se estabilizan con ciertos materiales parecidos a piedras absorbentes, las diatomeas (Mineral que tiene una capacidad absorbente y de inoculación que al entrar en contacto con recortes de perforación, absorben el hidrocarburo y lo dejan estabilizado), se eliminan los lixiviado (arrastre de líquidos) y se están enterrando en los rellenos de seguridad”.

“En la capa inferior al relleno de seguridad tiene una barrera impermeable y en superficie, se hace una celda con material de relleno. Y esa celda tapada, tiene una vida útil que oscila entre los 80 y 100 años. Esa es una de las soluciones que se dan hoy a las corrientes de residuos”, detalló Brissio.

En este sentido, Brissio reconoció que, si se cumplen las proyecciones de producción de Vaca Muerta, la capacidad de tratamientos de los residuos hidrocarburíferos deberá incrementarse. “Es una solución técnica que es necesario que exista para la industria y tiene que optimizarse y aplicarse a los casos que así lo amerite”.

“Si lo utilizamos para residuos que podrían tener solución con otra tecnología de tratamiento, la realidad es que tenemos un horizonte finito para la disposición final de estos recortes. El relleno de seguridad no deja de ser un condicionante, ya que ese terreno queda condicionado para cualquier otro uso, requiere controles y monitoreos, ya que hay que garantizar que ese espacio no solo contamine los acuíferos, sino que no genere gases en espacios confinados, que puedan generar algún incidente por explosiones”, señaló Brissio.

En lo que refiere al agua de flowback o agua de retorno en castellano, Brissio dijo que mediante el Decreto 1483 del año 2012, se establecieron pautas de gestión. “La realidad es que hoy el 100% del flowback que se genera, se reinyecta en sumideros. Ese Decreto, establecía tres opciones: una es la reinyección en pozos sumideros, es decir son pozos que, mediante estudios técnicos, la Provincia autoriza la reinyección de esta agua residual, que es generada por el proceso de fractura, agua que retorna a la superficie, con altos contenidos de salinidad”.

“Pensemos que en lo que se inyecta en una fractura, entre el 30 y el 60% retorna a la superficie en el plazo del primer año y ese volumen de agua, hoy, si no es el 100%, es el 95%, se reinyecta a pozos sumideros, que tienen un permiso de la Secretaría de Recursos Hídricos de la provincia, con recursos técnicos que los avalan e informes de seguimiento. Pero, no deja de ser agua, que se capta de los ríos Neuquén o Colorado y que termina en una formación, que antes no tenía esa agua. Son grandes volúmenes de agua que están terminando en formaciones que si bien los pueden admitir, no tenían estos volúmenes de agua”, dijo Brissio y recordó que se generan entre 1.200 y 1.500 metros cúbicos por fractura. “Hay pozos que tienen entre 20 y 40 fracturas, en los desarrollos actuales, por lo cual estamos hablando de entre 30 y 45.000 metros cúbicos de agua. De eso, un 50%, retorna a superficie y se vuelve a inyectar. Es decir que entre 15 y 20.000 metros de agua retornan y se vuelven a inyectar en pozos sumideros. Y eso es para un pozo, de los 300 o 500 que se perforan por año”, dijo Pedro Brissio.

“Esta cantidad de agua, por un lado, puede generar riesgos de procesos sísmicos en relación a esos pozos sumideros y, por otro está el riesgo de contaminación de acuíferos que están en capas superiores o inferiores. Para ello, hay que poder desarrollar estrategias de reúso, tanto para la actividad, como para riego, proyectos de forestación o irrigación, en este mundo donde el agua cada vez vale más y es un recurso valioso”. Hay allí un potencial de desarrollo en esa corriente de residuos importante, en este contexto mundial, donde este recurso es cada vez más escaso”, afirmó el gerente del Grupo Confluencia.

Medio Ambiente Grupo Confluencia Pedro Brissio

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