Poco a poco, luego de un 2020 para el olvido, el sector de hidrocarburos comienza a recuperarse impulsado por los mayores precios del gas y del petróleo, que permitieron una reactivación de las inversiones.
Por el lado del petróleo, la cotización del Brent -el precio internacional de referencia en la Argentina- está en valores cercanos a US$70 el barril, lo que incentiva a las empresas petroleras a incrementar la producción, sobre todo porque, al haber poca demanda interna por el confinamiento, hay posibilidades de exportar más.
En lo que concierne al gas, el programa Plan Gas.AR que lanzó el Gobierno a fines del 2020 aumentó considerablemente los precios, luego de casi dos años de congelamiento. Esto había generado una derrumbe de la producción, que el año pasado fue de casi 9% interanual. El plan de incentivos, en cambio, implicó la firma de contratos en dólares por cuatro años, lo que le da a las empresas previsibilidad y una oportunidad para incrementar las inversiones.
Una de las empresas que vuelve a ilusionarse con el futuro es San Antonio Internacional, una de las mayores compañías de servicios petroleros en el país. Estas empresas son contratadas por las productoras (YPF, Tecpetrol, ExxonMobil, Shell, Total, entre otras) para perforar y mantener los pozos operativos, principalmente.
“Si bien todavía estamos lejos de los 90 equipos activos que teníamos en 2015, cuando teníamos casi plena ocupación, tenemos en operación 64 equipos, mucho mejor que los apenas 12 que llegamos a tener en 2020, durante la cuarentena estricta”, precisó Edgardo Lorenzo, CEO de la compañía, en diálogo con La Nación.
El CEO recordó que la pandemia impactó muy fuerte en San Antonio, al punto tal que la empresa sigue hoy intentando refinanciar una serie de créditos con los bancos por US$106 millones. “Estamos en permanente negociación. La compañía adquirió varios préstamos para ponernos a tono con equipos de última generación y, lamentablemente, después vino la crisis y cayó la actividad. Nos quedamos rengos y nos vimos obligados a tener conversaciones con todos los bancos que nos dieron la ayuda. Estamos intentando refinanciar esas obligaciones y buscar una manera sustentable de poder enfrentarla”, señaló el directivo, que tiene más de 15 años de experiencia en la compañía.
La empresa tiene 135 equipos a disposición y 64 activos. Desde la empresa estiman que la actividad aumentará gracias al mayor precio del petróleo y a los programas de estímulo a la producción de gas del Gobierno. “Confiamos en que, si haya un poco más de crecimiento en el Brent, se activen más proyectos de petróleo”, indicó.
San Antonio llegó a operar en casi toda la región, desde México a Ushuaia y actualmente solo opera en la Argentina. También cambió de dueños varias veces hasta que en 2018, el fondo de inversión estadounidense Lone Star Funds adquirió los negocios en el país. Si bien hubo rumores de que la compañía podía cambiar de dueños nuevamente, Lorenzo descarta esa posibilidad en la actualidad.
“San Antonio es exclusivamente argentina, solo opera en el país. La perspectiva de que la compañía se venda hoy, con la situación general que hay reinante, no la veo tan alta, no estamos muy bien financieramente porque la pandemia nos afectó bastante. Pero estamos en negociaciones con bancos y proveedores, apostando a posicionar de nuevo a la compañía. Tenemos entre el 10% y 15% del mercado de servicios de petróleo y gas, y el 25% en el de perforación”, señaló el ejecutivo.
Para el 2021, la compañía espera facturar US$300 millones, lo cual la situaría mejor que los casi US$200 millones del año pasado, pero todavía por debajo del promedio de entre US$450 y US$500 millones de los años previos. La empresa además tuvo que despedir a 300 empleados en los últimos años producto de la caída de la actividad, pero también espera restituirlos si se levantan más equipos. La proyección de San Antonio es recuperar los niveles pre-pandemia para el segundo o tercer trimestre de 2023.
Finalmente, al explicar qué le preocupa a los inversores internacionales, Lorenzo indicó: “En general, a cualquier inversor foráneo le preocupa la falta de estabilidad y los altísimos valores de inflación. No entienden que haya 45% de inflación anual. Y preocupa que las reglas que existen no se cumplan, no entienden cuando un contrato se deja de cumplir”.
En este sentido agregó que la recuperación del sector podría ser mayor, sin embargo, si no se viera afectada por las restricciones al acceso de capitales, la incertidumbre en las reglas de juego, la falta de estabilidad, la alta inflación, la rigidez del mercado laboral y el elevado costo del financiamiento, reflejado en un riesgo país superior a los 1500 puntos.