(Por Alejo Pasetto*) La primera de las instancias relevantes dentro del calendario electoral está a la vuelta de la esquina y el escenario de incertidumbre predomina dentro de las dos coaliciones principales sobre los rumores de posibles rupturas.
El próximo miércoles 14 es la fecha para cerrar los frentes electorales y comenzar a inscribir las candidaturas (con plazo límite el sábado 24 de junio).
En la previa se especula con fracturas tanto dentro del Frente de Todos como de Juntos por el Cambio.
Para el oficialismo, mañana sábado será el evento principal del Frente Renovador en el municipio de Malvinas Argentinas, corazón del noroeste conurbano. De la convocatoria se esperan opciones terminantes: el pedido explícito -y con ultimátum- hacia la vicepresidenta para entronar a Sergio Massa como candidato presidencial en nombre de la unidad, o romper con el casi extinto Frente de Todos y competir por fuera del armado del que el Frente Renovador es uno de los tres principales accionistas. La primera de las opciones -la de unidad- sería de manera conjunta con el armado político que acompaña y responde orgánicamente a Cristina Fernández de Kirchner, y las pistas en este sentido pueden ser las recientes fotos entre Axel Kicillof, Malena Galmarini y Wado de Pedro.
¿Cómo se llegó a este escenario? Por un lado, porque los otros dos accionistas del Frente de Todos no pudieron proponer un candidato que traccione. Tanto Daniel Scioli como Wado de Pedro son nombres que pueden construirse como candidatos competitivos si unificasen detrás suyo al Frente de Todos, uno por su alto nivel de conocimiento y el otro por la identificación con la principal líder política del espacio. Pero ambos también dependen justamente de esa unificación para crecer desde intenciones de votos por ahora moderadas.
El otro punto clave es la decisión personal de Sergio Massa de postularse. Como garante del gobierno desde agosto de 2022, está en posición de poder para negociar. Si se fuera del Frente de Todos en caso de que le nieguen ser candidato a Presidente ahora, eso arrastraría no sólo a los seis meses finales de mandato de Alberto Fernández sino además a las posibilidades electorales de la coalición. De concretar esa amenaza, entonces, sólo quedará ver cómo convencen para bajarse a un Daniel Scioli con quien está enfrentado personal y políticamente (y que por ende no tiene mayores incentivos a declinar su candidatura) y ver qué salida elegante se le da de su cargo de Ministro de Economía sin que eso dispare ningún episodio de volatilidad.
Para la oposición, el clima se presenta complicado y también amenazan con rupturas estructurales. Esta semana que cierra movió los cimientos de Juntos por el Cambio con los coletazos que dejaron el -por ahora- fallido intento por parte de Rodríguez Larreta y Morales de sumar oficialmente a Schiaretti dentro de la coalición. La bienvenida a José Luis Espert podría funcionar como prenda de unidad en la disputa entre el alcalde porteño y Patricia Bullrich, para no seguir tensando la cuerda de una alianza que tiene que inscribirse como tal el miércoles.
En este escenario de caos absoluto de las coaliciones, que no logran mantener la unidad en el momento que más lo requieren para subsistir como los bloques electorales que los motivaron a coalicionar, el único actor competitivo que sigue marcando la diferencia como favorito, por más que le duela a la institucionalidad política con todo lo que podría implicar, es Javier Milei.
Para el FdT y JxC la esperanza es que después del 24 de junio, una vez definidas las candidaturas para las PASO, puedan dejar atrás las internas. Que sus candidatos compitan abiertamente por el voto ciudadano con propuestas y una comunicación política más claras le sacaría a Milei su actual posición de ser el único que propone (aunque lo que proponga se balancee entre ser impracticable, ser inconstitucional o ser ideológicamente extremista) y podría rebalancear los resultados que hoy arrojan las encuestas de intención de voto.
* Analista político. Consultor asociado en EPyCA Consultores