En un informe especial desarrollado por la consultora Nexa, aseguran que el arte de motivar es una de las virtudes que definen a un buen líder. Sin embargo, para alcanzar tal competencia, es fundamental el desarrollo de todos los niveles de inteligencia emocional (IE), alcanzando las habilidades sociales necesarias para el logro de objetivos.
Luego de dos años muy difíciles en materia emocional, desde Nexa creen que no se pueden separar los logros de un equipo de las relaciones personales. En este sentido, el rol de un líder como principal motivador y conocedor de las individualidades de sus colaboradores pasa a tomar una importancia clave para el desarrollo y la sinergia.
Las personas que deben desempeñarse como líderes, tienen una exigencia mucho mayor en materia de IE, la cual debe estar en constante desarrollo. Deben adquirir herramientas desde las bases mismas del autoconocimiento, hasta las más complejas como la empatía.
El punto clave de un liderazgo eficaz es la observación consciente de los colaboradores y del contexto. Lograr una escucha empática, entender y aceptar la emocionalidad del otro, establecer un diálogo fluido y lograr una comunicación asertiva, son los primeros pasos para trabajar sobre el sentimiento y la motivación de un equipo. En aquello que sentimos está lo que podemos llegar a hacer.
El rol del líder es observar al colaborador, conocer sus competencias y saber qué debe mejorar. En este sentido, debe convertirse en un tutor, mostrar un camino y, luego, dar seguridades y libertad para que se logre una autonomía madura.
Sin embargo, la motivación no solo se trata de llevar adelante un correcto manejo de la individualidad, sino de saber mantener la moral del equipo a los fines prácticos.
La definición de objetivos tiene un impacto directo en el ánimo del equipo. Una meta muy por debajo de las capacidades de los colaboradores generará aburrimiento, mientras que una que se encuentre demasiado por encima del potencial traerá como consecuencia un clima de ansiedad e incluso frustración.
A estos aspectos generales deben sumarse las particularidades del contexto actual. Las motivaciones han cambiado mucho en los últimos años. Actualmente, se da mucha prioridad al equilibrio y al bienestar personal. Se ha tomado conciencia de la persona desde otro lugar y se valora el estar juntos, la colaboración, la cercanía y el cuidado en la palabra. Esto nos lleva a entender la motivación desde un nuevo punto de vista e intentar comprender qué es aquello que nos impulsa a dar lo mejor, siendo conscientes de que podemos ser responsables de nuestras palabras, comprometiéndonos a hablar mejor.
Los aislamientos también afectaron las relaciones laborales. No es lo mismo trabajar desde una casa habitada por una familia o con mascotas, que encontrarse completamente solos. Cada integrante del equipo tuvo que aprender esto. Luego de dos años complicados, el cuerpo pasó factura a muchos y también las emociones. Parte del desafío es poder mantener la productividad y la sinergia en un contexto completamente nuevo, desafiante y cambiante.
Finalmente, corremos el foco de la motivación de los colaboradores y nos referimos a la del propio líder. Desde Nexa creen que ésta proviene de una combinación de actitud y valores. Ciertas personas tienen una visión positiva de la vida y del trabajo. Esta mentalidad se desarrolla en relación con los consumos culturales, prácticas sociales y la vinculación con todo el entorno.
Combinar estas cualidades con el trabajo y entrenamiento de una comunicación asertiva y competencias como la inteligencia emocional y la empatía es la parte central de la formación de un líder que pueda ser un generador de contextos positivos y motivantes.
Cdora. Cecilia Aparisi
Lic. Fabiana Toranzo
Redacción y entrevista por Emmanuel Paz
Nexa Consultora.
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