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Atlas Ambiental: tres años de investigación revelan los desafíos de Vaca Muerta

Investigadores de la Universidad Nacional del Comahue realizaron un Atlas Ambiental sobre el impacto de la explotación no convencional de hidrocarburos. Consumo de agua dulce, sismicidad inducida y falta de controles del estado, algunos de los temas abordados en este trabajo.

La formación de Vaca Muerta es una de las reservas de petróleo y gas no convencionales más grandes del mundo. Desde su descubrimiento, ha sido objeto de un intenso debate en términos de su viabilidad económica, su impacto ambiental y su sostenibilidad a largo plazo.

En este contexto, investigadores de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo), realizaron un Atlas Ambiental sobre el impacto del fracking en la región Vaca Muerta. Miguel Di Ferdinando, investigador de la Universidad Nacional del Comahue y Licenciado en Ciencias Ambientales, dialogó con Vaca Muerta News Radio y adelantó parte del trabajo difundido días atrás.

“El Atlas Ambiental de Vaca Muerta surgió en un trabajo que hicimos en colaboración con Javier Grosso, profesor de Geografía de la Universidad, con el que venimos trabajando hace mucho tiempo y también con el Observatorio Petrolero Sur”, dijo al comienzo de la charla.

“La idea, como se indica en el título ‘Cartografías de lo oculto’, tiene que ver con poner en agenda los impactos socioambientales y de los cuales no se suele hablar mucho, respecto a Vaca Muerta. Abordamos distintos impactos ambientales y elaboramos distintas cartografías, distintos mapas, mostrando los diferentes impactos y, en cada uno de esos mapas, buscamos trabajar textos breves que buscan problematizar los principales aspectos que nos preocupan sobre Vaca Muerta y su despliegue territorial”, agregó.

“El proyecto está pensado para el trabajo en las aulas y de interés para cualquier persona que quiera interiorizarse sobre los impactos ambientales que fuimos trabajando en el Atlas”, señaló Di Ferdinando.

El investigador resaltó que estuvieron trabajando tres años en la elaboración del Atlas, investigando y procesando información de distintos organismos del estado nacional y provincial. “Uno de los temas en los que trabajamos, fue el consumo de agua dulce en las cuencas de la región, vinculadas a las empresas petroleras que están actuando en Vaca Muerta”.

“También cómo es ese consumo de agua, dónde se dan los mayores consumos de agua dulce, tanto de los ríos y de los acuíferos. Vemos que el río donde mayor consumo hay, es el río Neuquén, un río que viene bastante golpeado por las distintas sequías. Si bien estos dos años fueron húmedos, los ciclos secos vienen siendo cada vez más pronunciados y, ponemos en tensión ese consumo y el uso que se hace”, agregó.

“Además, trabajamos lo que tiene que ver con la sismicidad inducida, un tema que viene teniendo impacto mediático, que da a conocer la relación entre el fracking y esta sismicidad inducida. Sauzal Bonito es el caso más conocido, pero esta sismicidad se da en todos los lugares que se despliega Vaca Muerta y esta tecnología”, resaltó el investigador de la UNCo.

Otro de los temas abordados fue cómo son las emisiones de carbono en Vaca Muerta. “Muchas veces nos hablan de Vaca Muerta como una transición energética vinculada al gas. Pero de Vaca Muerta se saca gas y petróleo, que, en los últimos años, vemos que tiene destino de exportación. Problematizamos eso. Calculamos las emisiones del año 2012 hasta el último año en que procesamos los datos y buscamos problematizar sobre la transición energética de Vaca Muerta, con estos datos de emisiones”.

“También trabajamos cómo se han multiplicado los basureros petroleros en la región. Principalmente en la barda norte de Añelo, y, como esta nueva tecnología del fracking, que es muy distinta a los yacimientos convencionales en declive, implica una mayor generación de residuos, tanto de suelos empetrolados, o el agua de retorno que debe ser inyectada en el subsuelo, porque no se está tratando”, alertó Di Ferdinando.

En relación con los basureros, se trabajó el aumento de incidentes ambientales. “Son distintos mapas, donde problematizamos estos aspectos y otros, que tienen que ver con distintas resistencias territoriales que se fueron generando, en función de estas problemáticas”.

“La idea del trabajo era dimensionar territorialmente Vaca Muerta. Escuchamos noticias permanentemente, pero nos costaba conocer la dimensión territorial de Vaca Muerta. Trabajamos a escala regional, que involucra a Neuquén, Río Negro, la parte sur de Mendoza, una parte de La Pampa. Vaca Muerta en su totalidad. Luego, hay zonas de mayor intensidad, como las cercanías de Añelo y que, ahora, se está volcando hacia el norte, a Rincón de los Sauces, con nuevas explotaciones no convencionales en los yacimientos cercanos y, en la zona de Allen, en Río Negro”.

“Además, trabajamos la minería de arenas, que involucra a otras provincias como Chubut, Entre Ríos y problematizamos sobre oleoductos y gasoductos, que se van tejiendo a escalas a nivel nacional”, resaltó el investigador. “A esto, hay que sumarle el impacto del tránsito permanente que se ha sumado en los valles en los últimos años, vinculado a las arenas y esos impactos en la infraestructura, como las rutas y los puentes. Todos emergentes que se van dando con Vaca Muerta. Son muchos aspectos que están estrechamente interrelacionados”, afirmó Di Ferdinando.

Consultado sobre qué es necesario mejorar, Di Ferdinando dijo trasladaron estas consultas a una gran cantidad de funcionarios. “Lo que más nos preocupa, tiene que ver con que el control de impactos ambientales. En muchos casos hay ausencias o deficiencias en el control. Por ejemplo, en el caso de la sismicidad inducida, el hecho de que no esté reconocida formalmente, genera que no haya una normativa al respecto y, en los estudios de impactos ambientales, no se tiene en cuenta esta sismicidad, por falta de reconocimiento y una normativa”.

“Tampoco tenemos acceso a los controles sistemáticos, de parte de las autoridades de control respecto al agua. ¿Cómo es la calidad del agua superficial y subterránea? Nos dicen algo de forma informal, pero no encontramos información de un seguimiento en las zonas de mayor riesgo, donde se hacen mayor cantidad de fracturas, de cómo es ese control, cuándo se está midiendo. Vemos una subordinación del estado con respecto a las empresas que preocupa, cuando tiene que tener un rol mucho más protagonista en el control de todos estos impactos ambientales”, señaló el investigador de la UNCo.

Di Ferdinando advirtió que muchas de las variables que deberían ser controladas por el estado, son declaraciones de las propias operadoras de Vaca Muerta. “Las empresas que crean estos impactos, están, en la mayoría de los aspectos, en las tareas de control. Se autocontrolan y tenés que depender de lo que declaran las empresas, para indagar sobre los impactos ambientales y, eso, no debería ser así. Ese tendría que ser el rol del Estado”.

“Por ejemplo, en el caso de los pozos sumideros, los pozos de control donde se inyecta el agua de retorno, que es la que vuelve de la fractura a la superficie, lo controlan las propias empresas y ni siquiera están obligadas a dar información, en el caso de que algunas de las medidas, muestren estar comprometidas. No están obligadas a comunicar esa información que es de vital importancia para las poblaciones que viven en la zona. Supuestamente, hay un control y toda la información se basa en las declaraciones de las empresas”, dijo.

“Y es algo que también ocurre con los acuíferos. No hay controles sistemáticos de la calidad del agua. Los pocos controles que hay, la mayoría de las veces lo llevan adelante las propias empresas y no el estado. Eso nos fue preocupando a medida que íbamos reuniéndonos, investigando y elaborando este Atlas”, dijo Miguel Di Ferdinando.

En referencia a la falta de personal para realizar controles, el investigador afirmó que es una realidad que la provincia no da abasto para controlar el despliegue territorial de Vaca Muerta. “En el último contacto que tuvimos con funcionarios, nos dijeron que había seis camionetas para relevar en toda la provincia y es un número que -claramente- no permite hacer un control eficiente. Hay estrategias que se pueden armar: si no hay personal, se podrían hacer controles esporádicos, que no sean anunciados y que midan todas estas cuestiones y, pongan en contraste lo que declaran las empresas, con el control del estado”.

“Igualmente, se pueden elaborar muchas estrategias para mejorar las tareas de control. Pero, la verdad, no vemos voluntad de parte de los gobiernos provinciales de Río Negro y de Neuquén. Vaca Muerta va a estar en el territorio durante varios años más, eso es una realidad y hay que mejorar en muchos aspectos. Es lo que buscamos con el Atlas, empezar a dar estas discusiones”, sostuvo el investigador de la UNCo.

Para finalizar, Di Ferdinando invitó a establecimientos educativos interesados en conocer el Atlas Ambiental, a que lo soliciten enviando una carta institucional vía mail a contacto@opsur.org.ar.

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