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Una ciudad que colapsó con el petróleo

25 de Mayo es un pueblo de contrastes, en donde convive la producción agropecuaria y la extracción del crudo, con salarios que oscilan entre los $45.000 para los petroleros y los $8.000 a 15.000 de estatales y peones de campo o chacra.

En poco más de una década, la localidad pampeana de 25 de Mayo, que nació como colonia productiva en 1909, saltó de los 5.000 habitantes a los 12.000, debido al boom petrolero. El pueblo está pegado al río Colorado, en el extremo del sudoeste pampeano, justo en el límite entre cuatros provincias: Río Negro, Neuquén, Mendoza y La Pampa.

Hasta el año 2005, la localidad era de origen agropecuario, pero un día los vecinos se cansaron de que toda la actividad petrolera se concentrara en Catriel, dejara poco para la localidad y se inició una pueblada, que incluyó un corte en la Ruta 151.

Luego de los reclamos, lograron que se instalaran bases operativas, se ampliaran zonas y las petroleras contrataran a trabajadores pampeanos, que sacan por año 6 millones de barriles de crudo y 350 millones de m² de gas.

Trabajadores de distintas localidades coparon la ciudad, que saltó en 12 años de 5.000 habitantes a los 12.000 actuales. Los salarios, alquileres y precios se triplicaron y los servicios colapsaron y muchos pobladores y crianceros, que languidecían con unos pocos chivos se volvieron ricos de un plumazo, al cobrar la servidumbre por el petróleo que se extrae de sus campos, según detalla la nota de José Luis Denino en el diario “Río Negro”.

Se desató una fiebre de consumo y desmesuras que terminó a los tiros en el 2008 con una disputa entre dirigentes del Sindicato del Petróleo de Bahía Blanca y la Uocra de Mendoza, de un lado, contra el Sindicato del Petróleo de Río Negro, Neuquén y La Pampa, del otro, en una disputa por la pertenencia de los más de 1.100 petroleros y sus aportes a la obra social, que son de $ 3.000. La víctima, Ariel Quiroga, fue atacado a golpes y su cuerpo apareció flotando en el canal de riego.

En la actualidad, 25 de Mayo es un pueblo de contrastes, en donde convive la producción agropecuaria y la extracción del crudo. Los salarios oscilan entre los $45.000 de los petroleros y los $8.000 a 15.000 de estatales y peones de campo o chacra.

Para distintos sectores de la comunidad el nuevo desafío es tratar de establecer redes sociales y culturales que pongan fin a los desbordes violentos y el consumismo que instaló el vértigo petrolero. Hacía allí apuntó la docente local Moira Morisoli: “No queremos que nos sigan viendo como un pueblo puramente petrolero, donde sólo ocurren cosas malas. Lo que aconsejan los especialistas y estamos viendo que intenta Catriel es no abandonar la parte productiva porque el petróleo se termina”.

Al referirse a la situación social, consideró necesario generar propuestas para la vida diaria de la población porque “no todo puede reducirse a ir al trabajo o la escuela y después volver a casa a mirar la tele”, dijo la docente.

Autor: Horacio Beascochea

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